Letra de Jardines En El Cielo - Javier Bergia
Letra de canci�n de Jardines En El Cielo de Javier Bergia lyrics
Hace tiempo que no atiendo al universo,
que me ofrece el infinito,
derroche inagotable de galaxias y planetas.
Ajeno a la sustancia indispensable
que alimenta el pensamiento,
la m�stica y la ciencia, la m�sica y el verso;
me entrego ingenuamente a la rutina de lo breve,
la culpa y el lamento va por d�as;
la t�ctica y el gesto.
Consciente de lo ef�mera y aciaga
que suele ser la vida,
me empe�o en todo aquello inconsistente
que resuelve en lo inmediato.
Esquivo a duras penas maldiciendo
los enredos del destino,
las horas de oficina para aquellos
con cara de pepino.
Me entrego ingenuamente a la rutina de lo breve,
la culpa y el lamento va por d�as;
la t�ctica y el gesto.
La turbia magia negra,
la blanca medicina,
la dieta del serrucho,
la piel con vaselina.
Las noches de Cabiria,
las duchas de agua fr�a,
la misa y el rosario
con flores a Mar�a.
https://www.coveralia.com/letras/jardines-en-el-cielo-javier-bergia.php
Me pesa todo el resto de este sue�o
que al cabo por siniestro,
total y no parcialmente indigesto,
vand�lico y funesto;
al fin se torna en gesto y con vehemencia,
machaca la conciencia;
el delicado esp�ritu incipiente,
lac�nico y modesto,
Me entrego ingenuamente a la rutina de lo breve,
la culpa y el lamento va por d�as;
la t�ctica y el gesto.
La fuente de la vida,
de cada d�a nuestro,
el pan que rico aguarda
tan tierno en aquel cesto.
Las suaves primaveras,
los c�nticos tan bellos,
caricias y ambros�as,
apasionados cuentos.
Batallas empatadas
marcadas en los huesos,
heridas mal curadas,
hist�ricos excesos.
Qu� l�stima Belinda,
qu� amores son aquellos,
laureles de otro mundo,
jardines en el cielo.
que me ofrece el infinito,
derroche inagotable de galaxias y planetas.
Ajeno a la sustancia indispensable
que alimenta el pensamiento,
la m�stica y la ciencia, la m�sica y el verso;
me entrego ingenuamente a la rutina de lo breve,
la culpa y el lamento va por d�as;
la t�ctica y el gesto.
Consciente de lo ef�mera y aciaga
que suele ser la vida,
me empe�o en todo aquello inconsistente
que resuelve en lo inmediato.
Esquivo a duras penas maldiciendo
los enredos del destino,
las horas de oficina para aquellos
con cara de pepino.
Me entrego ingenuamente a la rutina de lo breve,
la culpa y el lamento va por d�as;
la t�ctica y el gesto.
La turbia magia negra,
la blanca medicina,
la dieta del serrucho,
la piel con vaselina.
Las noches de Cabiria,
las duchas de agua fr�a,
la misa y el rosario
con flores a Mar�a.
https://www.coveralia.com/letras/jardines-en-el-cielo-javier-bergia.php
Me pesa todo el resto de este sue�o
que al cabo por siniestro,
total y no parcialmente indigesto,
vand�lico y funesto;
al fin se torna en gesto y con vehemencia,
machaca la conciencia;
el delicado esp�ritu incipiente,
lac�nico y modesto,
Me entrego ingenuamente a la rutina de lo breve,
la culpa y el lamento va por d�as;
la t�ctica y el gesto.
La fuente de la vida,
de cada d�a nuestro,
el pan que rico aguarda
tan tierno en aquel cesto.
Las suaves primaveras,
los c�nticos tan bellos,
caricias y ambros�as,
apasionados cuentos.
Batallas empatadas
marcadas en los huesos,
heridas mal curadas,
hist�ricos excesos.
Qu� l�stima Belinda,
qu� amores son aquellos,
laureles de otro mundo,
jardines en el cielo.